sábado, 24 de abril de 2010

M’ma


Mma’, te invocamos Madre Tierra, en nombre de tus hijos e hijas, con la voz que el pueblo Wayúu te dio.
Endurécenos como la piedra en la fidelidad a tu protección; danos la aversión al derrame innecesario de sangre y a la tortura de cualquier ser viviente.
Haznos sonrientes y, en una madrugada cuando los frailejones abren entre nieblas sus transparentes soles, renueva la decisión de no interponer nuestra absurda versión de desarrollo a tus ganas inmensas de multiplicarte.
Que el medio ambiente sano deje de ser solamente una palabra pura y garanticemos con el coraje de los cuchillos fríos de las cumbres y la furia embravecida de nuestros ríos guayaneses su conservación, no como reliquia sino como legado.
No seamos un cuerpo mustio por las calles, sin voz ni grafía, ojos vendados y alma en cadenas, sino cambiemos la tumultuosa rabia de quienes sufren en lugares inhóspitos y sin alimento por lecho, casa y pan a todos y todas repartido.
Que la dignidad alegre nuestra mirada como una estrella recién nacida y la única especie en extinción que no reciba una acción positiva mundial sea la indiferencia de quien da la espalda y abandona la esperanza escurriéndose por la puerta trasera de la vida.
Danos la inmortalidad de la coherencia ética que nos anima a no desperdiciar ni el más mínimo de los recursos disponibles y que esta cuenta entre en el presupuesto familiar, comunitario y estatal como inversión fija e imprescindible.
Enséñanos a no tener una perspectiva antropocéntrica; que las flores no son sólo alegría y los animales mascotas, que el aire llena nuestros pulmones, los frutos nos alimentan, el agua nos hidrata y por eso son necesarios sino que tú eres sujeto de derecho.
Mma’, te invocamos y a ti dedicamos nuestro tesonero trabajo diario por promover, garantizar, defender y educar en valores ecológicos para entender de toda vez por una que dañarte, Mma’ es pegarnos en la madre.

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