sábado, 24 de abril de 2010

Centro Comunal de Protección Integral


Quién me cuida mi hija, sollozaba la vecina tras el tercer trabajo perdido por andar con niña y responsabilidad a cuestas. ¿Cómo se sincroniza maternidad y vida laboral si la guardería más cercana a casa queda fuera del barrio y pareciera diseñada para quien no la necesita ya que funciona con un insólito horario de ocho a cuatro y la madre tiene que trabajar de siete y media de la mañana a cinco de la tarde? ¿Cómo entregar al hijo a alguien que no se conoce, dejarlo en un lugar inseguro que además iguala en costo el salario mínimo y allí no se acepta cestatickets para pagar el almuerzo? ¿Qué hacer cuando le aqueja alguna enfermedad, cómo se garantiza su cuido, su medicación adecuada, su alimentación balanceada, variada y suficiente?

Se quiere para ese niño o niña de cero a doce años toda la luz del mundo y un ser amoroso que les eduque y esté pendiente del quebranto del primer diente; quien enjugue la lágrima pronta por el juguete roto; le enseñe que el amiguito o amiguita real es mejor que lo imaginado; le apoye con el proyecto escolar y el invento científico que desea realizar tanto como con la obra de arte y la pirueta deportiva; también a interpretar el mundo sin perder el asombro, que sepa desde temprana edad el valor de lo colectivo pero que éste no desdibuje su compromiso personal.

Para ello urge que las personas adultas al organizarse para generar sus proyectos no sólo piensen en torrenteras y escaleras, en comunicación popular y desarrollo cultural, en obras de infraestructura o de producción endógena sino que, asimismo, tengan conciencia que la responsabilidad de la protección integral de los niños y niñas es compartida por el Estado, la familia y la comunidad, que son las personas con menos edad nuestra prioridad absoluta y todo sueño comunal debe pasearse por el scanner de su interés superior.

Ya en Antímano, el consejo comunal de Las Clavellinas nos está demostrando que hay principios realmente socialistas que se contraponen al grito “¡con mis hijos no te metas!” fórmula individualista que durante tanto tiempo se nos inculcó y según la cual los hijos e hijas eran un “bien” privado y como tales hacían parte del capital y patrimonio familiar. Así, “Mi abuela Rosa Inés” es el nombre del primogénito Centro Comunal de Protección Integral.

Quiera el pueblo, que estos centros se multipliquen y ya no haya más niños y niñas en almacén o en cárceles infantiles donde se les encierre en un balcón para que no fastidien. Ojalá se acepte el desafío que actualiza el legado de Andrés Eloy Blanco y sepamos de “la luz y el llanto, a ver cuál es el que nos llega/ si el modo de llorar del universo/ o el modo de alumbrar de las estrellas”.

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