sábado, 24 de abril de 2010

Comunicación popular


Es cierto que la prensa, radio y televisión nuestra de cada día generalmente no alimentan (ni siquiera engordan) Que las noticias se nos ofrecen sin arte ni magia; debemos padecer los reportes como la más amarga de las infusiones, costo mal pagado a expensas de nuestra salud mental. Es por eso que nos enfrentamos a ellas sabiendo que antes de abrir la página o encenderlas hay que recitar con devoción: undécimo mandamiento, no confiarás.
Nuestros medios comunitarios y alternativos no pueden repetir los errores o investirse del oprobio modelado. Como su nombre lo indica hay una diferencia que radica en los principios, funciones y valores de la comunicación popular. Ésta siempre es un proceso, cuyo propósito es el desarrollo pleno de la personalidad humana y el fortalecimiento de una cultura de paz y respeto a los derechos y libertades fundamentales.
Prestando el término a quienes practican el trueque, hay que produmizar los medios: producirlos y consumirlos, recrear una comunicación participativa y protagónica. Hay que procurar construir análisis y generar memoria. No basta “sacar” a la luz nuestro periódico o programa sino que este hecho debe ser un acto democrático: quien no organiza colectivos y coordina luchas no es un medio, es un mínimo equivalente a un casi nada.
Toda comunicación popular nos debe brindar energía para el servicio comunitario, actualización de nuestra perspectiva de género y reconocimiento étnico, impulso de la gestión cultural. No se trata de llenar una “parrilla” o una pauta de redacción con lo primero que se nos atraviese sino concienciar que la comunicación siempre es interesada y supone la generación de conocimiento. Tiene como objetivos respetar las diferencias, sin negociar los principios; dialogar con el saber acumulado; socializar el conocimiento; promover una pedagogía de la autonomía; incentivar la pregunta, la duda, los argumentos; asumir una actitud de resistencia cultural frente al autoritarismo; estrechar lazos de solidaridad, de ternura, de afectos; reinventar la política como bien común.
Con certeza afirmamos que la revolución en la comunicación es tan nuestra como de nuestros ojos es el horizonte. Quienes asumimos el compromiso de hacer comunicación popular debemos rastrear motivos, beber en la copa de la vida, afilar el canto y la palabra, andar y andar puesto que el pueblo está en su punto.
Hay que entender que el acto comunicativo es necesariamente educativo y por tanto procurar que el milagro nos sorprenda; la desnudez nos seduzca; la tenacidad logre su objetivo. Que la lengua no olvide la palabra precisa; no nos pesen los pies para el encuentro; no se pierda el corazón el abrazo necesario. En fin, ¡que la inmortalidad nos bese!

1 comentario:

  1. NO OBSERVO COMENTARIOS, ESTOY SEGURA DE QUE NO HAN DESCUBIERTO ESTA PÁGINA. A MI PARTICULARMENTE ME PARECE MARAVILLOSO ENCONTRAR TANTA AFINIDAD EN TU ESCRITURA. TÁNTO AMOR POR EL OFICIO. TE ENVÍO UN BESO NO INMORTAL, CASI FILIAL Y ESPERO QUE LA INMORTALIDAD TE BESE MAS TEMPRANO QUE LEJOS.

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